El Ekeko un símbolo de abundancia y prosperidad en la feria de Alasitas
El Ekeko, o Iqiqu en Aymara, es el dios de la abundancia, la fertilidad y la alegría que ha estado presente desde la época de la civilización Tiwanakota.
Era representado antiguamente por una pequeña estatua de un hombre desnudo con un órgano viril de gran proporción, que posteriormente fue transformado a la estatuilla vestida en traje tradicional de los andes que hoy podemos ver en las calles.
El Ekeko un hombrecito lleno de creencias
La tradición de adoración al ídolo «Illa» del Ekeko se remonta a epocas prehispánicas en las culturas Tiwanaky y Pucara de la región andina de Bolivia.
La referencia más antigua que se tiene registrada es de 1612, cuando el sacerdote jesuita Ludovico Bertonio escribió el primer diccionario de aimara y una de las entradas se refería a este dios.
El texto habla sobre el origen del Ekeko con la frase «Tunupa, también conocido como Ekeko».
Se le atribuye a esta deidad las lluvias en el tiempo de la siembra para que haya buena cosecha por eso el Ekeko es considerado como el dios de la fertilidad y abundancia.
En aquellos tiempos se festejaban las cosechas intercambiando miniaturas, productos agrícolas y piedras de diferentes colores en honor a este diosecillo, creyendo que se lo tendría en la vida real.
De esta practica nace la actual feria de las miniaturas, o de las Alasitas.
La misma era considerada profana por la iglesia católica hasta que el gobernador de la ciudad de La Paz Sebastian Segurola la oficializó para ser celebrada cada 24 de enero.
Existen diferentes leyendas alrededor de la aceptación de la adoración de esta figura en la sociedad Paceña, esta es la leyenda del ekeko que más se acomoda a la realidad.
En 1781, un joven llamado Isidro Choquehuanca ofreció una estatua del pequeño dios a su enamorada Paulita, cuando ella se fue a trabajar donde sus maestros Doña Josefa Úrsula de Rojas Foronda y Don Sebastián de Segurola en la ciudad de La Paz.
Don Sebastián era entonces gobernador y comandante de armas de la ciudad de La Paz.
Poco después de su llegada a La Paz, la ciudad fue cercada por un movimiento indígena de 40.000 hombres, liderados por Tupac Katari, para rebelarse en contra de la corona española.
Durante varios meses, la ciudad no podía aprovisionarse y el agua y los alimentos eran cada vez más escasos.
Paulita, sin embargo, no sufría el hambre que se vivía en ese entonces a que su novio había sido reclutado en el ejército de Tupac Katari y lograba pasar las líneas de defensa en secreto, para llevarle comida a su amada.
Mas ella dolida al ver a sus maestros que no tenían suficiente para comer, así que decidió llevarles de su comida.
Para no poner en peligro a Isidro, ella decidió mostrarles a sus maestros la estatua del dios de la abundancia de Tiahuanaco quien proveería para quienes lo tenían en su casa. Ellos, hundidos en la ansiedad y la angustia, aceptaron esta explicación sin quejarse y agradecieron humildemente a este pequeño dios andino al ver que la comida no les faltaba mientras los demás sufrían de necesidad.
En esa época, la Illa del Ekeko era presentado desnudo, con un pene en erección debido a que era el dios de la abundancia, de la alegría y también de la fertilidad.
Después de varios meses del cerco, el ejército español llegó a La Paz y la ciudad fue liberada.
Sin embargo, la terrible hambre que había sufrido el resto de la población no había afectado al sargento y a su esposa por lo tanto El Gobernador Don Sebastián de Segurola quiso rendir homenaje al pequeño dios precolombino que los había salvado.
A partir de entonces, la liberación de la ciudad permitió una recuperación de las tradiciones indígenas a través de esta superstición optimista, que se popularizó entre todos los habitantes.
Sin pretenderlo, Don Sebastián Segurola lanzó un decreto que destacó en la época colonial y republicana y desde entonces, la tradición se ha mantenido profundamente arraigada en el ámbito popular y la feria aún existe hoy en día, cada año en enero.
Así fue como la feria que hasta entonces se celebraba el 20 de octubre de cada año por ser la fecha de la fundación de la ciudad de La Paz, se trasladó al 24 de enero.
En esta feria, se vendían o intercambiaban figuras del Ekeko como se hacia en las culturas originarias.
El gobernador, sin dar ninguna explicación, dio su palabra de honor, indicando que estas figuras verdaderamente traerían suerte a sus propietarios.
De todos modos, los españoles decidieron cambiar la apariencia del Ekeko, vistiéndolo de la manera típica que vestían los indígenas con poncho, abarcas, chullu y sombrero.
Lo interesante es que el ekeko normalmente es representado como un hombre bajito y grueso, con piel clara y ojos azules.
Actualmente, el muñeco Ekeko es hecho en diferentes materiales como cerámica, metal, madera y otros siempre representado cargado con muchos víveres y materiales de necesidad básica así como se le puede añadir todo lo que uno desee, por ejemplo, si usted quiere irse de viaje, se le pone cerca del ekeko una miniatura de avión o un pasaporte para que el lo conceda.
Las personas que desean tener este pequeño dios en sus casas deben saber que se lo debe tratar bien dándole cigarrillos y alcohol por lo tanto tienen un huequito en su boca para que pueda fumar cada lunes supuestamente.
Se dice que en el momento que le das de fumar puedes pedir un deseo, si el se termina el cigarro es que esta complacido y concederá el deseo. Si este se apaga antes significa que no lo concederá, tendrás que probar nuevamente la siguiente vez que le des de fumar.
De igual manera se dice que el ekeko es muy celoso por lo tanto solo pueden tener la estatuilla en su casa las personas que están casada para que el bendiga a la familia con todo lo que necesitan, si lo tiene una mujer soltera el no dejará que ella encuentre un marido.
Créditos
– Imagen de portada Herbert Brant en Pixabay
COMPÁRTELO
COMPÁRTELO